Steve Jobs. La biografía
La diversión y los beneficios llegaron a su fin en una
pizzería de Sunnyvale. Jobs y Wozniak estaban a punto de dirigirse a Berkeley
con una caja azul que acababan de terminar. Jobs necesitaba el dinero y estaba ansioso por
vender, así que le enseñó el aparato a unos hombres sentados en la mesa de al
lado. Parecían interesados así que Jobs se acercó a una cabina telefónica y les
demostró su funcionamiento con una llamada a Chicago. Los posibles clientes
dijeron que tenían que ir al coche a
por dinero. «Así que Woz y yo fuimos hasta el coche, yo con
la caja azul en la mano, y el tío entra, mete la mano bajo el asiento y saca
una pistola —narró Jobs.
Nunca antes había estado tan cerca de una pistola, y se
quedó aterrorizado—. Y va y me apunta con el arma al estómago y me dice:
“Dámela, colega”. Traté de pensar rápido. Tenía la puerta del coche justo ahí, y me
dije que tal vez pudiera cerrársela sobre las piernas y salir corriendo, pero
había grandes probabilidades de que me disparara, así que se la entregué lentamente y con mucho
cuidado». Aquel fue un robo extraño. El tipo que se llevó la caja azul le dio a
Jobs un número de teléfono y le dijo que si funcionaba trataría de pagársela más tarde.
Cuando Jobs llamó a aquel número, consiguió contactar con el hombre, que no
había logrado averiguar cómo funcionaba el aparato. Entonces Jobs, siempre tan
oportuno, lo convenció para que se reuniera con Wozniak y con él en algún lugar
público. Sin embargo, al final acabaron por echarse atrás y decidieron no celebrar otra
reunión con el pistolero, aún a costa de perder la posibilidad de recuperar sus
150 dólares.
Aquel lance allanó el camino para la que sería su mayor
aventura juntos. «Si no hubiera sido por las cajas azules, Apple no habría
existido —reflexionó Jobs más tarde—. Estoy absolutamente convencido de ello. Woz y yo
aprendimos a trabajar juntos, y adquirimos la seguridad de que podíamos
resolver problemas técnicos y llegar a inventar productos». Habían creado un artilugio con
una pequeña placa base que podía controlar una infraestructura de miles de
millones de dólares. «Ni te imaginas lo confiados que nos sentíamos después de aquello».
Woz llegó a la misma conclusión: «Probablemente venderlos fuera una mala
decisión, pero nos dio una idea de lo que podríamos hacer a partir de mis habilidades
como ingeniero y su visión comercial», afirmó. La aventura de la caja azul
estableció la pauta de la asociación que estaba a punto de nacer. Wozniak sería el
mago amable que desarrollaba los grandes inventos y que se habría contentado
con regalarlos, y Jobs descubriría la forma de facilitar el uso del producto,
empaquetarlo, comercializarlo y ganar algunos dólares en el proceso.
Fuente: Steve Jobs. La biografía
Walter Isaacson
Traducción de
David González-Iglesias González/Torreclavero
www.megustaleer.com