ELÍ ELÍAS

ELÍ ELÍAS. Elías tisbita, oriundo probablemente de la aldea de Tisbet, en Galilea, era amigo de la vida al aire libre (2 Reyes 1:8) y gran corredor (1 Reyes 18:26). Predijo una sequía (1 Reyes 17:1) como castigo por la idolatría de Israel (1 Reyes 18:18). Durante esta sequía Elías fue alimentado por cuervos en el arroyo de Querit (1 Reyes 17:5-6) y cuando el arroyo se secó fue alimentado por una viuda (1 Reyes 17:10-16). En un desafío en el monte Carmelo, el profeta demostró que Jehová Dios, y no Baal, era el verdadero Dios (1 Reyes 18:20-39). Jezabel, esposa del rey Acab, procuró entonces matar a Elías, y éste huyó por el desierto hasta el monte Horeb, en donde Dios lo mantuvo cuarenta días y noches (1 Reyes 19:15-17). En el monte Horeb Dios, "en un silbo apacible", ordenó a Elías ungir a Hazael por rey de Siria, a Jehú por rey de Israel y a Eliseo como profeta suyo (1 Reyes 19:12-17). Igual que Enoc (Génesis 5:24), Elías fue trasladado al cielo sin pasar por la muerte.
Fuente: Mini biografías de grandes personajes bíblicos

Por Donald E. Demaray

Nelson Mandela parte 7



2.3. 1994, el año emblemático de la nueva Sudáfrica: gran victoria electoral del ANC, Gobierno de Unidad Nacional e investidura de Mandela en la Presidencia 
En vísperas de las elecciones generales, Mandela, junto con de Klerk, consiguió involucrar al renuente Buthelezi en el proceso democrático, ahorrando al país un boicot del partido zulú que probablemente habría desembocado en un baño de sangre y habría hecho que la era democrática naciera con mal pie. Tras arduas negociaciones, el Memorándum de paz y reconciliación entre el ANC, el IFP y el Gobierno fue firmado por los tres dirigentes el 19 de abril de 1994. 

Monitorizadas por los 2.500 miembros de la Misión de Observadores de Naciones Unidas en Sudáfrica (UNOMSA), las elecciones a la primera Asamblea Nacional multipartidista, con funciones de Asamblea Constituyente, se desarrollaron entre el 26 y el 28 de abril de 1994. 

En el segundo día de votaciones, el 27 de abril, entró en vigor la Constitución Interina, que entre otras transformaciones supuso la abolición de los diez bantustanes que poseían el estatus autónomo o semiindependiente, y por ende la reincorporación de sus territorios a la organización provincial. Las cuatro provincias tradicionales, El Cabo, Natal, Transvaal y el Estado Libre de Orange, fueron subdivididas para dar lugar a nueve provincias nuevas. A la vez, comenzó a ondear la nueva bandera nacional, diseñada por el vexilólogo autor también de la bandera de Namibia en 1990, con un diseño multicolor que simbolizaba la pluralidad racial de la "nación arco iris". 

Tal como se esperaba, el ANC, formando lista conjunta con su partido hermano, el SACP, obtuvo una victoria arrolladora, el 62,6% de los votos y 252 de los 400 escaños. El NP se hizo con el 20,4% de los votos y 82 escaños, unos resultados bastante meritorios y que de hecho excedían con creces el peso demográfico de los blancos. El IFP vino a continuación con el 10,5% de los sufragios y 43 asientos. Las votaciones a las nueve asambleas provinciales dibujaron una supremacía congresista incluso más acusada: el partido de Mandela se aseguró el control de todos los gobiernos provinciales salvo los de KwaZulu-Natal y el Cabo Occidental, retenidos respectivamente por el IFP y el NP. 

Mandela se congratuló por el desarrollo y los resultados de las elecciones con estas palabras: "La calma y la atmósfera de tolerancia que han prevalecido en las elecciones prefiguran el tipo de Sudáfrica que podemos construir. Establecen la tónica de cara al futuro. Podemos tener diferencias, pero somos un pueblo con un destino común en nuestra rica variedad de culturas, razas y tradiciones". 

El 6 de mayo Mandela desveló el grueso de la composición del Gobierno de Unidad Nacional (GUN) formado por el ANC, el NP y el IFP. En el Consejo de Ministros pasaban a compartir mesa prácticamente todas las personalidades partidistas que habían protagonizado la transición. Flanqueando a Mandela aparecían su mano derecha y a estas alturas, en tanto que presidente nacional del ANC, su heredero oficial, Thabo Mbeki, como vicepresidente primero de la República, y de Klerk, como vicepresidente segundo. 

De los 28 ministerios con cartera, el binomio ANC-SACP se quedó con 17, destacando las presencias de Alfred Nzo en Asuntos Exteriores, Joe Slovo en Vivienda y Asuntos Sociales, y Joe Modise en Defensa. Ramaphosa no ocupó un puesto en el Ejecutivo porque se reservó para la presidencia de la Asamblea Constituyente. La sensible cartera de Finanzas fue revalidada por el titular del Gobierno saliente, Derek Keys, mientras que la de Minas y Energía quedó en manos de su colega de partido Roelof Pik Botha, el liberal ministro de Exteriores con de Klerk 

Al acceder a que los blancos nacionalistas retuvieran estos dos importantes ministerios, Mandela transmitía el mensaje tranquilizador de que el nuevo Gobierno de mayoría negra acometería la reforma socioeconómica, esperada con gran ilusión por millones de sudafricanos pobres, desocupados y excluidos, sin revanchismos rencorosos ni radicalismos revolucionarios. 

El mismo criterio de oportunidad política presidió la entrega del Ministerio del Interior a Buthelezi, en la creencia de que el recalcitrante caudillo zulú, una vez revestido de responsabilidades nacionales, se vería obligado a templar los ánimos en KwaZulu-Natal, permitiendo reducir los niveles de violencia regional. Winnie Mandela no fue hecha miembro del Gabinete, pero sí del Gobierno, en calidad de viceministra de Artes, Cultura, Ciencia y Tecnología; antes de un año, Winnie, casi siempre problemática, iba a ser destituida por Mandela al hilo de unas acusaciones de corrupción. 

El 9 de mayo la Asamblea invistió a Mandela presidente de la República con mandato constitucional hasta 1999. En su discurso a la Cámara, el mandatario aseguró que: "Hoy estamos entrando en una nueva era para nuestro país y su pueblo. Hoy no celebramos la victoria de un partido, sino la victoria de todo el pueblo de Sudáfrica". 

Al día siguiente, en presencia de numerosos líderes mundiales y en un ambiente festivo y lleno de color, Mandela tomaba posesión del cargo en Pretoria junto con los vicepresidentes Mbeki y de Klerk. La mayoría de los ministros estrenaron sus despachos el 11 de mayo y el resto lo hizo dos días después. El histórico cambio de guardia se desarrolló en una atmósfera de euforia generalizada, vivido por las masas negras con un fervor prácticamente mesiánico. 

En su meditado discurso, probablemente el más importante de su dilatada trayectoria, Mandela dijo que: "Al margen de la experiencia de un desastre humano extraordinario que duró demasiado tiempo, debe nacer una sociedad de la que toda la humanidad pueda sentirse orgulloso (…) El tiempo para la curación de las heridas ha llegado. El momento de salvar los fosos que nos dividen ha llegado (…) Al final, hemos alcanzado nuestra emancipación política. Nos comprometemos a liberar a nuestro pueblo de la esclavitud continua de la pobreza, la privación, el sufrimiento, el sexismo y otras formas de discriminación", afirmó. 

Y también: "Dedicamos este día a todos los héroes y heroínas de este país y el resto de mundo que se sacrificaron de muchas maneras y entregaron sus vidas para que seamos libres. Sus sueños se han hecho realidad. La libertad es su recompensa (…) Debemos actuar juntos como un pueblo unido, para la reconciliación nacional, para la construcción de la nación, para el nacimiento de un nuevo mundo. Que haya justicia para todos. Que haya paz para todos. Que haya trabajo, pan, agua y sal para todos (…) Que nunca, nunca, nunca más esta bella tierra experimente de nuevo la opresión de unos por otros ni sufra la indignidad de ser el apestado del mundo". 

Steve Jobs. La biografía El Apple II


Steve Jobs. La biografía
El Apple II
El amanecer de una nueva era
UN PAQUETE INTEGRADO
Cuando Jobs salió del recinto de la feria, se dio cuenta de que Paul Terrell, de la Byte Shop, tenía razón: los ordenadores personales debían venir en un paquete completo. Decidió que el siguiente Apple necesitaba tener su buena carcasa, un teclado conectado y estar totalmente integrado, desde la fuente de alimentación hasta el software pasando por la pantalla. «Mi objetivo era crear el primer ordenador completamente preparado —recordaba—. Ya no estábamos tratando de llegar a un puñado de aficionados a la informática a los que les gustaba montar sus propios ordenadores, y comprar transformadores y teclados. Por cada uno de ellos había un millar de personas deseosas de que la máquina estuviera lista para funcionar».
En su habitación de hotel, ese puente del Día del Trabajo de 1976 Wozniak trabajaba en el prototipo del nuevo aparato —que pasó a llamarse Apple II—, el que Jobs esperaba que los llevara a un nuevo nivel. Solo sacaron el prototipo en una ocasión, a altas horas de la noche, para probarlo en un proyector de televisión en color de una de las salas de conferencias. Wozniak había descubierto una ingeniosa manera de hacer que los chips empleados generasen colores, y quería saber si funcionaría proyectado sobre una pantalla como las del cine. «Supuse que un proyector tendría un circuito de colores diferente que bloquearía el método diseñado por mí — comentó—. Pero conecté el Apple II a aquel proyector y funcionó perfectamente». Mientras iba tecleando, aparecieron líneas y volutas llenas de color en la pantalla situada en el otro extremo de la sala. La única persona ajena a Apple que vio aquel primer prototipo fue un empleado del hotel. Aseguró que, después de haberleechado un vistazo a todas las máquinas, esa era la que él se compraría.
Para producir el Apple II completo hacían falta importantes cantidades de capital, así que consideraron la posibilidad de venderle los derechos a una compañía de mayor tamaño. Jobs fue a ver a Al Alcorn y le pidió que le dejara presentar el producto a los directores de Atari. Organizó una reunión con el presidente de la compañía, Joe Keenan, que era mucho más conservador que Alcorn y Bushnell. «Steve se dispuso a presentarle el producto, pero Joe no podía soportarlo — recordaba Alcorn—. No le hizo gracia la higiene de Steve». Jobs, que iba descalzo, en un momento dado puso los pies encima de la mesa. «¡No solo no vamos a comprar este cacharro —gritó Keenan—, sino que vas a quitar los pies de mi mesa!». Alcorn recuerda que pensó: «Bueno, se acabó lo que se daba».
En septiembre Chuck Peddle, de la compañía de ordenadores Commodore, visitó la casa de Jobs para una presentación del producto. «Abrimos el garaje de Steve para que entrase la luz del sol, y él llegó vestido con traje y un sombrero de vaquero», recordaba Wozniak. A Peddle le encantó el Apple II, y montó una presentaciónpara sus jefes unas semanas más tarde en la sede central de Commodore. «Es probable que queráis comprarnos por unos cuantos cientos de miles de dólares», afirmó Jobs cuando llegaron allí. Wozniak recuerda que quedó desconcertado ante aquella «ridícula» sugerencia, pero Jobs se mantuvo en sus trece. Los jefazos de Commodore llamaron unos días más tarde para informarles de su decisión: les resultaría más barato construir sus propias máquinas. A Jobs aquello no le sentó mal.
Había inspeccionado las instalaciones de Commodore y había sacado la conclusión de que sus jefes «no tenían buena pinta». Wozniak no lamentó el dinero perdido, pero su sensibilidad de ingeniero se vio herida cuando la compañía sacó al mercado el Commodore PET nueve meses más tarde. «Aquello me puso algo enfermo — afirmó—. Habían sacado un producto que, por las prisas, era una basura. Podrían haber tenido a Apple».
Aquel breve coqueteo con Commodore sacó a la superficie un conflicto potencial entre Jobs y Wozniak: ¿estaba realmente igualada la aportación de ambos a Appley lo que debían obtener a cambio? Jerry Wozniak, que valoraba a los ingenieros muy por encima de los empresarios y los vendedores, pensaba que la mayor parte delos beneficios debían corresponder a su hijo. Y así se lo dijo a Jobs cuando este fue a verle a su casa. «No te mereces una mierda —acusó a Jobs—. Tú no has producido nada». Jobs comenzó a llorar, lo que no resultaba inusual. Nunca había sido, ni sería, partidario de contener sus emociones. Jobs le dijo a Wozniak que estaba dispuesto a disolver la sociedad. «Si no vamos al cincuenta por ciento —le dijo a su amigo— puedes quedarte con todo». Wozniak, sin embargo, comprendíamejor que su padre la simbiosis entre ambos. Si no hubiera sido por Jobs, tal vez seguiría en las reuniones del Homebrew Club, repartiendo gratis los esquemas de sus circuitos. Era Jobs quien había convertido su genio obsesivo en un negocio floreciente, al igual que había hecho con la caja azul. Estuvo de acuerdo en que debían seguir siendo socios.
Aquella fue una decisión inteligente. Lograr que el Apple II tuviera éxito requería algo más que las increíbles habilidades de Wozniak como diseñador de circuitos.
Sería necesario comercializarlo como un producto completamente integrado y listo para el consumidor, y aquella era tarea de Jobs.
Comenzó por pedirle a su antiguo compañero Ron Wayne que diseñara una carcasa. «Supuse que no tenían dinero, así que preparé una que no necesitaba herramientas y que podía fabricarse en cualquier taller de metalistería», comentó. Su diseño requería una carcasa de plexiglás sujeta con tiras metálicas y una puertadeslizante que cubría el teclado.
A Jobs no le gustó. Quería un diseño sencillo y elegante, que esperaba que diferenciara al Apple de las demás máquinas, con sus toscas cubiertas grises y metálicas.
Mientras rebuscaba por los pasillos de electrodomésticos de una tienda Macy’s, quedó sorprendido por los robots de cocina de la marca Cuisinart. Decidió que quería una carcasa elegante y ligera moldeada en plástico, así que, durante una de las reuniones del Homebrew Club, le ofreció a un asesor local, Jerry Manock, 1.500dólares por diseñar una. Manock, que no se fiaba de Jobs por su aspecto, pidió el dinero por adelantado. Jobs se negó, pero Manock aceptó el trabajo de todas formas. En unas semanas había creado una sencilla carcasa de plástico moldeado sobre espuma que no parecía nada recargada y que irradiaba simpatía. Jobs estaba encantado.
El siguiente paso era la fuente de alimentación. Los obsesos de la electrónica digital como Wozniak le prestaban poca atención a algo tan analógico y mundano, pero
Jobs sabía que aquel era un componente clave. Concretamente, lo que se proponía —una constante durante toda su carrera— era suministrar electricidad sin que hiciera falta un ventilador. Los ventiladores de los ordenadores no eran nada zen. Suponían una distracción. Jobs se pasó por Atari para discutirlo con Alcorn, familiarizado con las viejas instalaciones eléctricas. «Al me remitió a un tipo brillante llamado Rod Holt, un marxista y fumador empedernido que había pasado por muchos matrimonios y que era experto en todo», recordaba Jobs. Al igual que Manock y muchos otros al encontrarse con Jobs por primera vez, Holt le echó un vistazo y se mostró escéptico. «Soy caro», aseguró. Jobs sabía que aquello merecería la pena, y le hizo ver que el dinero no era un problema. «Sencillamente, me embaucó para que trabajara para él», comentó Holt. Acabaría trabajando para Apple a tiempo completo.
En lugar de una fuente de alimentación lineal convencional, Holt construyó una versión conmutada como la que se utiliza en los osciloscopios y otros instrumentos.
Fuente: Steve Jobs. La biografía
Walter Isaacson
Traducción de David González-Iglesias González/Torreclavero

Nelson Mandela Parte 5 - DE LA LIBERACIÓN A LA JEFATURA DEL ESTADO: EL FINAL DEL APARTHEID 2.1. El régimen excarcela a Mandela



2. DE LA LIBERACIÓN A LA JEFATURA DEL ESTADO: EL FINAL DEL APARTHEID

2.1. El régimen excarcela a Mandela 

El 5 de julio de 1989, en una reunión sin precedentes, Mandela fue invitado a tomar el té con Botha en su residencia presidencial en Ciudad del Cabo, la Tuynhuys. El encuentro, secreto como los anteriores, discurrió con cordialidad y, aunque no se llegó en él a ningún acuerdo sustancial, marcó el principio del deshielo. 

Semanas más tarde, el 15 de agosto, Botha, enfermo del corazón, cedía la Presidencia del país a quien ya venía encabezando el NP desde el mes de febrero, Frederik de Klerk. La subida al poder de de Klerk, un afrikáner conservador de pura cepa pero con una mentalidad mucho más abierta y pragmática que sus predecesores, supuso para Sudáfrica el comienzo de una era de reformas que terminó liquidando el apartheid. 

El 13 de diciembre de 1989 Mandela celebró con de Klerk el primero de tres encuentros preliminares para tratar su liberación, la cual tuvo lugar, rodeada de una enorme expectación mundial, el 11 de febrero de 1990. 

La histórica jornada aconteció nueve días después de recobrar el ANC la legalidad, a la par que el PAC, el SACP y el COSATU, tal como habían acordado las partes. Tras pasarse casi 28 años en prisión y desechar varias ofertas de libertad condicionada, Mandela, que se mostró sonriente y triunfal de la mano de Winnie, había conseguido la rehabilitación política para su causa, pero también una victoria personal. 

En Ciudad del Cabo, el excarcelado se dirigió a la multitud de esta manera: "Estoy ante vosotros no como un profeta sino como vuestro humilde servidor, pueblo. Vuestros infatigables y heroicos sacrificios han hecho posible que yo esté aquí hoy. Por lo tanto, dejo los restantes años de mi vida en vuestras manos (…) Nuestra marcha hacia la libertad es irreversible. No debemos permitir que el miedo se interponga en nuestro camino. El sufragio universal basado en un único padrón electoral en una Sudáfrica unida, democrática y no racista es el único camino hacia la paz y la armonía racial". 

En sus primeras declaraciones, tanto a la prensa como a la muchedumbre que le acogió en el estadio de Soweto, el líder congresista prodigó los mensajes de moderación y de cooperación con la compleja empresa política emprendida por de Klerk. Los llamamientos de Mandela no hallaron un eco uniforme en el campo negro nacionalista; así, los extremistas de izquierda del PAC siguieron apostando por la vía revolucionaria y el derrocamiento del poder blanco por la fuerza, por más que los hechos habían demostrado hasta la saciedad lo utópico de esa pretensión. 

Desde la derecha negra, Mandela también fue cuestionado. El 25 de febrero en Durban, en respuesta a las violencias desatadas en Natal por los zulúes del Partido Inkatha de la Libertad (IFP), el dirigente elevó un memorable llamamiento a la paz con estas palabras: "Esta lucha entre nosotros dilapida nuestra energía y destruye nuestra unidad. Tomad vuestras pistolas, vuestros cuchillos y vuestros machetes, y arrojadlos al mar. Cerrad las fábricas de la muerte. Acabad con esta guerra ahora". 

El 3 de marzo el partido elevó a Mandela a su antigua posición de vicepresidente ejecutivo, ocupada por última vez por Tambo en 1969 y que en las actuales circunstancias, con Tambo enfermo y hospitalizado en Suecia, convertía a su titular en el jefe de facto del partido. A finales de abril, el primer grupo de líderes congresistas y comunistas, formado por Alfred Nzo, 
Thabo Mbeki, Joe Modise, Joe Slovo (de raza blanca) y Ruth Mompati, regresó del exilio zambiano para reunirse con Mandela e integrar con él la delegación conjunta del ANC y el SACP en el primer cara a cara oficial con de Klerk y sus ministros. 2. DE LA LIBERACIÓN A LA JEFATURA DEL ESTADO: EL FINAL DEL APARTHEID

2.1. El régimen excarcela a Mandela 

El 5 de julio de 1989, en una reunión sin precedentes, Mandela fue invitado a tomar el té con Botha en su residencia presidencial en Ciudad del Cabo, la Tuynhuys. El encuentro, secreto como los anteriores, discurrió con cordialidad y, aunque no se llegó en él a ningún acuerdo sustancial, marcó el principio del deshielo. 

Semanas más tarde, el 15 de agosto, Botha, enfermo del corazón, cedía la Presidencia del país a quien ya venía encabezando el NP desde el mes de febrero, Frederik de Klerk. La subida al poder de de Klerk, un afrikáner conservador de pura cepa pero con una mentalidad mucho más abierta y pragmática que sus predecesores, supuso para Sudáfrica el comienzo de una era de reformas que terminó liquidando el apartheid. 

El 13 de diciembre de 1989 Mandela celebró con de Klerk el primero de tres encuentros preliminares para tratar su liberación, la cual tuvo lugar, rodeada de una enorme expectación mundial, el 11 de febrero de 1990. 

La histórica jornada aconteció nueve días después de recobrar el ANC la legalidad, a la par que el PAC, el SACP y el COSATU, tal como habían acordado las partes. Tras pasarse casi 28 años en prisión y desechar varias ofertas de libertad condicionada, Mandela, que se mostró sonriente y triunfal de la mano de Winnie, había conseguido la rehabilitación política para su causa, pero también una victoria personal. 

En Ciudad del Cabo, el excarcelado se dirigió a la multitud de esta manera: "Estoy ante vosotros no como un profeta sino como vuestro humilde servidor, pueblo. Vuestros infatigables y heroicos sacrificios han hecho posible que yo esté aquí hoy. Por lo tanto, dejo los restantes años de mi vida en vuestras manos (…) Nuestra marcha hacia la libertad es irreversible. No debemos permitir que el miedo se interponga en nuestro camino. El sufragio universal basado en un único padrón electoral en una Sudáfrica unida, democrática y no racista es el único camino hacia la paz y la armonía racial". 

En sus primeras declaraciones, tanto a la prensa como a la muchedumbre que le acogió en el estadio de Soweto, el líder congresista prodigó los mensajes de moderación y de cooperación con la compleja empresa política emprendida por de Klerk. Los llamamientos de Mandela no hallaron un eco uniforme en el campo negro nacionalista; así, los extremistas de izquierda del PAC siguieron apostando por la vía revolucionaria y el derrocamiento del poder blanco por la fuerza, por más que los hechos habían demostrado hasta la saciedad lo utópico de esa pretensión. 

Desde la derecha negra, Mandela también fue cuestionado. El 25 de febrero en Durban, en respuesta a las violencias desatadas en Natal por los zulúes del Partido Inkatha de la Libertad (IFP), el dirigente elevó un memorable llamamiento a la paz con estas palabras: "Esta lucha entre nosotros dilapida nuestra energía y destruye nuestra unidad. Tomad vuestras pistolas, vuestros cuchillos y vuestros machetes, y arrojadlos al mar. Cerrad las fábricas de la muerte. Acabad con esta guerra ahora". 

El 3 de marzo el partido elevó a Mandela a su antigua posición de vicepresidente ejecutivo, ocupada por última vez por Tambo en 1969 y que en las actuales circunstancias, con Tambo enfermo y hospitalizado en Suecia, convertía a su titular en el jefe de facto del partido. A finales de abril, el primer grupo de líderes congresistas y comunistas, formado por Alfred Nzo, 
Thabo Mbeki, Joe Modise, Joe Slovo (de raza blanca) y Ruth Mompati, regresó del exilio zambiano para reunirse con Mandela e integrar con él la delegación conjunta del ANC y el SACP en el primer cara a cara oficial con de Klerk y sus ministros. 

Quetzalcóatl, dios tolteca y azteca, y soberano legendario de México

  Quetzalcóatl, dios tolteca y azteca, y soberano legendario de México, habitualmente identificado como la Serpiente Emplumada, traducción d...