Nelson Mandela - La cruzada contra el sida


5.2. La cruzada contra el sida
El sida fue una de las máximas preocupaciones de Mandela desde que dejó la Presidencia. En la XIII Conferencia Internacional sobre la enfermedad, celebrada en julio de 2000 en Durban, el estadista se distanció de la anticientífica –y universalmente censurada- postura de Mbeki y varios miembros de su Gobierno, que rehusaban distribuir los caros fármacos antirretrovirales (ARV) entre los cinco millones de sudafricanos infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (HIV) porque creían que el sida no tenía un origen vírico. 

Convertido en la estrella del evento, Mandela, con Mbeki presente, demandó al Gobierno de su propio país una intervención urgente, empezando por la facilitación de ARV genéricos a las embarazadas para reducir la tasa de transmisión materno-infantil. Sin embargo, de acuerdo con su carácter conciliador, para no agriar más la controversia, el orador dirigió unas palabras elogiosas a Mbeki, al que presentó como un "hombre inteligente que asume los planteamientos científicos seriamente y lidera un Gobierno que sé que está comprometido con los principios de la ciencia y la razón". 

Después de la Conferencia de Durban, Mbeki y el Departamento de Salud empezaron a matizar su actitud y, discretamente, fueron acercándose a la ortodoxia médica que auspiciaban organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia de las Naciones Unidas para el Sida (Onusida), aunque aún les costó otros tres años admitir al virus HIV como el causante de la enfermedad y dar luz verde al reparto de los ARV. 

Mandela volvió a ser ponente sobre el sida en las conferencias internacionales XIV, celebrada en Barcelona en julio de 2002, y XV, en Bangkok en julio de 2004. Su campaña 46664, que tomaba el nombre de su antiguo número de preso en Robben Island, siguió recaudando fondos para la lucha contra la enfermedad con la inestimable ayuda de algunas de las más destacadas figuras internacionales del pop y el rock, que celebraron conciertos musicales en Sudáfrica y Europa. 

Meses después de su intervención en la capital tailandesa, el 6 de enero de 2005, el octogenario anunciaba a los medios, en su casa de Johannesburgo y rodeado por sus familiares, la triste noticia de la muerte de su hijo Makgatho, a los 54 años de edad, víctima del sida. 

Abogado de profesión, viudo desde 2003 de su esposa Zondi (fallecida de una neumonía que, como se supo después, también había sido provocada por el sida) y padre de cuatro hijos, Makgatho había ingresado en noviembre anterior en un hospital de Johannesburgo, pero la noticia no había sido divulgada. Ahora, Mandela, a los 86 años, reclamó la necesidad de "dar publicidad al sida y no esconderlo, porque la única manera de convertirlo en una enfermedad normal, como la tuberculosis o el cáncer, es decir abiertamente que alguien ha muerto de sida, y así la gente dejará de considerarlo algo extraordinario". 

La salud del propio Mandela estaba en el punto de mira desde que en julio de 2001 le fue diagnosticado un cáncer de próstata. La dolencia quedó aparentemente curada tras siete semanas de tratamiento con radioterapia, al que el paciente, según los médicos, respondió de manera satisfactoria. 

Por otra parte, entre 2002 y 2004 Mandela vertió fuertes críticas a la política exterior de la Administración de 
George Bush en Estados Unidos en relación a Irak. Así, el ex presidente arremetió contra la Casa Blanca por lanzar la invasión del país árabe a espaldas de la ONU e instó a la comunidad internacional a parar la guerra; posteriormente, denunció la ocupación militar de Irak y los abusos allí cometidos. 5.2. La cruzada contra el sida
El sida fue una de las máximas preocupaciones de Mandela desde que dejó la Presidencia. En la XIII Conferencia Internacional sobre la enfermedad, celebrada en julio de 2000 en Durban, el estadista se distanció de la anticientífica –y universalmente censurada- postura de Mbeki y varios miembros de su Gobierno, que rehusaban distribuir los caros fármacos antirretrovirales (ARV) entre los cinco millones de sudafricanos infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (HIV) porque creían que el sida no tenía un origen vírico. 

Convertido en la estrella del evento, Mandela, con Mbeki presente, demandó al Gobierno de su propio país una intervención urgente, empezando por la facilitación de ARV genéricos a las embarazadas para reducir la tasa de transmisión materno-infantil. Sin embargo, de acuerdo con su carácter conciliador, para no agriar más la controversia, el orador dirigió unas palabras elogiosas a Mbeki, al que presentó como un "hombre inteligente que asume los planteamientos científicos seriamente y lidera un Gobierno que sé que está comprometido con los principios de la ciencia y la razón". 

Después de la Conferencia de Durban, Mbeki y el Departamento de Salud empezaron a matizar su actitud y, discretamente, fueron acercándose a la ortodoxia médica que auspiciaban organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia de las Naciones Unidas para el Sida (Onusida), aunque aún les costó otros tres años admitir al virus HIV como el causante de la enfermedad y dar luz verde al reparto de los ARV. 

Mandela volvió a ser ponente sobre el sida en las conferencias internacionales XIV, celebrada en Barcelona en julio de 2002, y XV, en Bangkok en julio de 2004. Su campaña 46664, que tomaba el nombre de su antiguo número de preso en Robben Island, siguió recaudando fondos para la lucha contra la enfermedad con la inestimable ayuda de algunas de las más destacadas figuras internacionales del pop y el rock, que celebraron conciertos musicales en Sudáfrica y Europa. 

Meses después de su intervención en la capital tailandesa, el 6 de enero de 2005, el octogenario anunciaba a los medios, en su casa de Johannesburgo y rodeado por sus familiares, la triste noticia de la muerte de su hijo Makgatho, a los 54 años de edad, víctima del sida. 

Abogado de profesión, viudo desde 2003 de su esposa Zondi (fallecida de una neumonía que, como se supo después, también había sido provocada por el sida) y padre de cuatro hijos, Makgatho había ingresado en noviembre anterior en un hospital de Johannesburgo, pero la noticia no había sido divulgada. Ahora, Mandela, a los 86 años, reclamó la necesidad de "dar publicidad al sida y no esconderlo, porque la única manera de convertirlo en una enfermedad normal, como la tuberculosis o el cáncer, es decir abiertamente que alguien ha muerto de sida, y así la gente dejará de considerarlo algo extraordinario". 

La salud del propio Mandela estaba en el punto de mira desde que en julio de 2001 le fue diagnosticado un cáncer de próstata. La dolencia quedó aparentemente curada tras siete semanas de tratamiento con radioterapia, al que el paciente, según los médicos, respondió de manera satisfactoria. 

Por otra parte, entre 2002 y 2004 Mandela vertió fuertes críticas a la política exterior de la Administración de 
George Bush 
en Estados Unidos en relación a Irak. Así, el ex presidente arremetió contra la Casa Blanca por lanzar la invasión del país árabe a espaldas de la ONU e instó a la comunidad internacional a parar la guerra; posteriormente, denunció la ocupación militar de Irak y los abusos allí cometidos.

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