Quetzalcóatl, dios tolteca y azteca, y soberano legendario de México, habitualmente identificado como la Serpiente Emplumada, traducción de su nombre ‘náhuatl’. En el siglo X d.C., los toltecas transformaron al que fuera un dios de la fertilidad de la tierra, venerado en Teotihuacán antes del siglo IX, en una divinidad vinculada a la estrella matutina y vespertina, Venus. Los aztecas lo concibieron después como un símbolo de la muerte y la resurrección, así como patrono de los sacerdotes. La divinidad opuesta, dentro del dualismo de la religión tolteca, era Tezcatlipoca, dios de la noche, del cielo nocturno. Se creía que había vencido y expulsado a Quetzalcóatl desde su capital, Tula, al exilio, desde donde, según la profecía, regresaría por donde nace el sol como un personaje barbado y de piel blanca. De tal modo, cuando el conquistador español Hernán Cortés apareció en 1519, el rey azteca, Moctezuma II, se abstuvo de enfrentarse a los conquistadores españoles por identificarlos con Quetzalcóatl. La leyenda del exilio de Quetzalcóatl puede reflejar el tránsito en la religión tolteca de las ceremonias agrícolas a la práctica del sacrificio humano (también adoptado por los aztecas), o puede haberse basado en el exilio desde Tula en el siglo X de un rey sacerdote del mismo nombre, que nunca realizaba sacrificios humanos, sino sólo serpientes, pájaros o mariposas.
Fuente: Instituto Cultural Quetzalcoatl
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